En Boquete
de nuevo, abuela
Era una
tarde cualquiera de un día cualquiera en un sitio cualquiera; pues seguía
intentando que el espacio y el tiempo dejaran de poner nombre a lo que viviera a pesar de que el viaje fuese dejando nombres
propios que recordar…
Ese día tenía
los huesos tal vez tan molidos como decía ella. La mañana había empezado con
esas primeras clases de un arte marcial cuyo nombre era difícil de pronunciar
que nos daba ese maestro viajero y había continuado entre caladoras, selladoras
caseras y artilugios varios que nos hacían recordar el oficio de quien primero
conoció al llamado padre más o menos responsable de este mundo.
Era el
momento del cigarro y la cerveza en ese porche de madera con vistas al volcán
Barú; era uno de esos momentos en que cada uno de los presentes hacía acto de
presencia al momento que seguía pensando porque lo que quiso soñar la noche
anterior aún no se ha había hecho realidad, porque día a día había tantos
caminos por los que decidirse o porque un día uno había decidido ponerse a
viajar…
En ese
mismo instante empezó a sonar una canción en la casa colindante, no podía
descifrar la letra pero el sonido me daba un no sé qué familiar que me obligaba
a ir a por ella y una vez encerrado en mi laptop me di cuenta que hablaba del
poder dar significado a otro tipo de artilugio, en este caso uno poco creativo
y separatista, algo llamado Patria.
Para mí la
patria era una comunidad con la que sentirme identificado por razones
afectivas, así que mi patria se llamaba familia y no necesitaba de banderas
para recordarla; pues la misma la podía recordar por esos mismos huesos molidos
de quien con más de noventa años empezaba a sentir que su cabeza iba más rápido
que sus piernas.
Abuela,
piensa que aun te quedan muchas sonrisas de hermanita nueva pues no es cierto
que las flores se marchitan en casa vieja. La juventud de un ser humano no se
mide por los años que tiene, sino por la curiosidad que almacena; gracias por
seguir preguntándome que hago lejos de casa, pues eso me hace sentir que aun
eres joven.
Hermanita, viajar; son tan cosas bellas…
Sólo te
consiento que te sientes vieja si tu mirada es de sentimiento; pero que sepas
que no necesito la muerte de nadie para conocer que es el cariño; pues fue ya
demasiada gente que deje por el camino sin poderle decirle adiós. Así que si
quieres podemos seguir preguntándonos porque las cosas no son siempre como las
pensamos.
Así que
ahora ya sé porque seguiré viajando y aquí te guardo una silla; para que día a día
nos podamos seguir cuestionando las cosas, para que día a día sigas
preguntándome que hago lejos de casa… pues así siempre seguiremos siendo
jóvenes.
Y recuerda
que a partir de ahora cuando te vea a través de cualquier pantalla sólo tendré
un “hola” para ti, pues ya hace tiempo que cambié el “adiós” por un “hasta
luego”. En Boquete
de nuevo, abuela
Era una
tarde cualquiera de un día cualquiera en un sitio cualquiera; pues seguía
intentando que el espacio y el tiempo dejaran de poner nombre a lo que viviera a pesar de que el viaje fuese dejando nombres
propios que recordar…
Y recuerda
que a partir de ahora cuando te vea a través de cualquier pantalla sólo tendré
un “hola” para ti, pues ya hace tiempo que cambié el “adiós” por un “hasta
luego”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario