viernes, 6 de junio de 2014

En Boquete de nuevo, abuela

Era una tarde cualquiera de un día cualquiera en un sitio cualquiera; pues seguía intentando que el espacio y el tiempo dejaran de poner nombre a lo que viviera  a pesar de que el viaje fuese dejando nombres propios que recordar…

Ese día tenía los huesos tal vez tan molidos como decía ella. La mañana había empezado con esas primeras clases de un arte marcial cuyo nombre era difícil de pronunciar que nos daba ese maestro viajero y había continuado entre caladoras, selladoras caseras y artilugios varios que nos hacían recordar el oficio de quien primero conoció al llamado padre más o menos responsable de este mundo.

Era el momento del cigarro y la cerveza en ese porche de madera con vistas al volcán Barú; era uno de esos momentos en que cada uno de los presentes hacía acto de presencia al momento que seguía pensando porque lo que quiso soñar la noche anterior aún no se ha había hecho realidad, porque día a día había tantos caminos por los que decidirse o porque un día uno había decidido ponerse a viajar…

En ese mismo instante empezó a sonar una canción en la casa colindante, no podía descifrar la letra pero el sonido me daba un no sé qué familiar que me obligaba a ir a por ella y una vez encerrado en mi laptop me di cuenta que hablaba del poder dar significado a otro tipo de artilugio, en este caso uno poco creativo y separatista, algo llamado Patria.

Para mí la patria era una comunidad con la que sentirme identificado por razones afectivas, así que mi patria se llamaba familia y no necesitaba de banderas para recordarla; pues la misma la podía recordar por esos mismos huesos molidos de quien con más de noventa años empezaba a sentir que su cabeza iba más rápido que sus piernas.

Abuela, piensa que aun te quedan muchas sonrisas de hermanita nueva pues no es cierto que las flores se marchitan en casa vieja. La juventud de un ser humano no se mide por los años que tiene, sino por la curiosidad que almacena; gracias por seguir preguntándome que hago lejos de casa, pues eso me hace sentir que aun eres joven.

Hermanita, viajar; son tan cosas bellas…

Sólo te consiento que te sientes vieja si tu mirada es de sentimiento; pero que sepas que no necesito la muerte de nadie para conocer que es el cariño; pues fue ya demasiada gente que deje por el camino sin poderle decirle adiós. Así que si quieres podemos seguir preguntándonos porque las cosas no son siempre como las pensamos.

Así que ahora ya sé porque seguiré viajando y aquí te guardo una silla; para que día a día nos podamos seguir cuestionando las cosas, para que día a día sigas preguntándome que hago lejos de casa… pues así siempre seguiremos siendo jóvenes.


Y recuerda que a partir de ahora cuando te vea a través de cualquier pantalla sólo tendré un “hola” para ti, pues ya hace tiempo que cambié el “adiós” por un “hasta luego”.En Boquete de nuevo, abuela
Era una tarde cualquiera de un día cualquiera en un sitio cualquiera; pues seguía intentando que el espacio y el tiempo dejaran de poner nombre a lo que viviera  a pesar de que el viaje fuese dejando nombres propios que recordar…

Y recuerda que a partir de ahora cuando te vea a través de cualquier pantalla sólo tendré un “hola” para ti, pues ya hace tiempo que cambié el “adiós” por un “hasta luego”.





No hay comentarios:

Publicar un comentario