martes, 3 de junio de 2014

Portobelo y de cómo un tal Drake llego; evidentemente Nick

Andando con pantalones negros de piquillo y con la misma camisa blanca arraigada de belleza triste se abría camino por vetustos muros de piedra que guardaban el recuerdo de un pueblo de pescadores en donde los cañones de hierro yacían esparcidos por el suelo.

Olvidados cañones de hierro que se quedaron atrapados en una transitada vida de antaño y que seguían deambulando al igual que él bajo la imposibilidad de adaptarse a su propio tiempo, bajo la imposibilidad de clavar acordes que le ayudaran a sonreír y a respirar hondo; mientras esperaba que el cosquilleo de las orejas le hicieran olvidar la búsqueda de un refugio en donde sólo servirse de llorar.

Tal vez era una mera deformación de la realidad, pero esos cilindros de hierro  ahora no tenían mucho más que asentarse sobre viejas ruinas de unos fuertes que sólo parecían servir como diques que luchaban contra la maleza tropical; tal vez era una deformación de la realidad, pero esos viejos acordes sólo parecían servir para alejarse de un mundo que lo tenía desocupado de entendimiento.

Según parece el oro de Perú ya no transitaba por esas tierras y la única piedra preciosa se convirtió en una simple bola de hierro que se volvía ruda y pesada mientras iba aplastando la gente; según parece la guitarra sólo transitaba por una mente que se sentía aplastada por la gente, mientras era tomada como único ser de compañía.

Cruda, realista y bien aceptada compañera de ese bosque húmedo que escondía neblina pasajera y que dejaba un horizonte de un mar que día tras día luchaba por conocer el significado de la luna; de un mar que lleno de sentimiento menospreciado sólo se tomaba como moneda de intercambio entre balboas y pesos, entre bandas sonoras de un ficticio mundo feliz que parecía vender más en una época que se equivocó en que día nacer.

Pero entre tanta tierra y objeto tomado y desatado por puro interés, su música sigue sonando llena de matices incomprendidos; así que ante tanta desfachatez yo también me tomaba la libertas de hablar de quien quisiera, olvidando quien era el Cristo Negro, el baile de congos, el tambor o el ron, pues de allí sólo tomaba el apellido de un tal Drake para recuperar ese viejo lobo estepario de la música; evidentemente Nick.

Un pueblo, una gente, un músico que siguen esperando que sea hoy y así poder pensar que mañana será mejor. Tal vez el problema es que sabemos lo que somos, pero no lo que podemos llegar ser; así que es momento de empezar a  querer y a quererse a sí mismo aunque el frio no exista, pues la mente está completamente abierta para no tener que esperar a que sean más de las doce.


No hace falta esperar que el tiempo se nos coma… pues yo también puedo sentir ahora la brisa en lo alto del árbol… y viene el viento del norte…y si no piénsenlo.





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